lunes, 2 de agosto de 2010

Pequeñas tormentas personales

Mujer con libro
…¿Se puede enamorar uno de una idea?

      Me he quedado sin lápiz, ni bolígrafo, ni crayón. Me es más difícil escribir a ordenador, porque inesperadamente, mis ideas se diluyen más rápido que a mano. ¿Será acaso que la pantalla me presiona, me apura, me estresa con su parpadear? Pero yo no soy ningún Luis Carrión, ni siquiera un Teodoro para molestarme con estas cosas. Mi única opción, queda entonces, en manos de lo que menos apetezco.
Pero ignorando mis manías, o a pesar de ellas, ¿puedo acaso discernir la posibilidad de estar enamorada de una idea? Esta vez no siento que mi objeto de cariño sea precisamente eso, un objeto… es una idea que se me escapa, tan sutil, distante, tan… me apasiona vivir de un pensamiento, el devenir de los acontecimientos son sólo las circunstancias.
     Ya no absorbo la vida como lo hacía antes… pero mis tormentitas personales siguen conmigo, en cierto modo espero el vuelo que me devuelva a lo que fui… no, a lo que quise ser. ¿Lo deseo aún? Sí, es esa idea que me da vueltas, que me marea y no me deja continuar con mis cotidianidades si no la pienso, si no la plasmo al menos un post.
     Mi Yo no es mío. Es siempre de aquí o de allá. Yo soy mis sucesos, mi fluctuar que lo cambia todo. Me he acostumbrado tanto a lo ecléctico, que no me distingo, no diferencio el paso primero del segundo en mi andar, mi realidad se torna igual, los cambios se difuminan en breves segundos y cuando me detengo a mirar, mi desfachatez me grita: “¡No eres!”… y no soy. Mas queda la angustia, la melancolía, el miedo. Me despierta, vociferan en mis oídos los colores que no son los mismos. El espacio cada vez es más pequeño, mis demonios se esfuman, me abandonan, pero mis tormentitas quedan.
     Me gustaría esta hablándole a alguien, más bien, conocer a quién estoy hablando, porque hasta ahora no he conocido quien entienda… o si no tan sólo esclarezca mi diferencia.
     Tal vez la distancia me haga regresar. No. No puedo huir hacia otra parte esperando que la casualidad me favorezca y llegue a donde fui. Tengo que ser en donde estoy. Pero mis circunstancias no me dibujan el panorama preciso para hacerlo, Mis ideas me rozan, me tocan y se van. No lluevo igual que antes. Intento abarcarlo todo y termino tan sólo en la orilla, mirando como las olas bambolean fuera de mí.

     Testimonio queda que en algún momento, este momento, he decidido recuperar lo que me eh ido velando. Cuando sea mi propio gobierno, entonces y sólo entonces, me limitaré a ser yo.

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