lunes, 30 de agosto de 2010

Un paso adelante, dos atrás

Había una vez un niño (mejor que sea niña) niña que vivia en una linda casa de madera (¿madera? ¿en la ciudad?, sí sí, que sea de madera), una de esas cabañas de tipo suizo con vigas grandes y paredes de tablones gruesos -feliz hogar de polillas-. A esta niña le daba por ser otra: a veces era verde, a veces azul, casi nunca negro, pero las más de las veces rojo. Un día tomó un candadito de juguete (rosado y en forma de corazón) y lo estrelló contra el suelo con ayuda de un martillo. Así descubrió la decepción que encierran todas las cosas. Otro día la dominó la curiosidad y metió los dedos a la turbulencia de un ventilador, lastimándose sus dedos rosados e infantiles. Así conoció que dentro de ella corría un líquido amarillo, caliente y turbio, y este descubrimiento la llenó de terror toda su infancia. Tiempo después, llegó a ella la revelación. Sobre su cama descansaba siempre, impávido e indiferente, una de las tantas representaciones de el Dios de sus padres. Era una figurilla de madera grabada con el rostro de un hombre de ojos tristes y suplicantes. La niña lo miró mucho tiempo, y terminó su diálogo silencioso con aquel hombre con una alegre carcajada. Así descubrió la mentira y el miedo (¿punto final?)

2 comentarios:

  1. un día me preguntaron que si un día era bueno o malo cuando se pone el sol y quema. Yo respondí que era la misma cuestion que si un dia lees un periodico y lees una revista de cualquier género, me dijo que no encontraba los dos polos, el bueno ni el malo de mi ejemplo, le dije que era lo mismo por que depende de opiniones de gentes, por ejempo a mi me gustan los días cuando el cielo llora, a otros cuando sopla viento, a otros les hastia la vida y a mi, por lo particular me gusta leer textos como estos, llenos de ideas acaloradas, polvosas y humedas por tormentas, es como un día cualquiera....

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  2. Que bueno que te guste, Vito (y por cierto, a mí también me gusta que el cielo llore y chille, como hoy). Espero verte pronto por estos lares, y yo me pasearé por los tuyos.

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